Atlas elemental moderno, 1792
Tomás López, autor de más de un centenar de mapas, cartas y atlas de España y otras provincias del mundo, fue el cartógrafo español más conocido del siglo XVIII, siendo su principal aportación la realización de la obra cartográfico-administrativa más relevante de España en ese siglo. Esta extensa actividad profesional le hizo merecedor del título de Geógrafo de los dominios del Rey.
La biblioteca del Campus Sur de la Universidad Politécnica conserva un ejemplar de una de sus obras, el Atlas elemental moderno o Colección de mapas para enseñar a los niños geografía, con una idea de la esfera, publicado en 1792.
Tomás López de Vargas Machuca (1730-1802) nació en Madrid cursando sus primeros estudios de gramática, retórica y matemáticas en el Colegio Imperial. Unos años más tarde completó su formación académica en París, ciudad a la que fue enviado por el Marqués de la Ensenada, junto con Juan de la Cruz Cano y otros jóvenes pensionados por el gobierno español para que adquirieran una formación cartográfica y aprendieran la técnica del grabado de mapas. Allí pudo asistir también a las lecciones de astronomía de Lalande, Le Monnier y otros. Ya de regreso en España desarrolló una larga actividad profesional a lo largo de cuarenta años, llegando a ser nombrado por Carlos III Geógrafo de los dominios del Rey, título que aparecerá en todos sus mapas, desde la fecha en que le fue concedido.
Así mismo fue miembro de diversas instituciones científicas, como la Real Academia de San Fernando de Madrid, la Academia de Bellas Letras de Sevilla, o la Real Academia de la Historia, por citar algunas.
Reconocido cartógrafo, realizó centenares de mapas, cartas y atlas de España y otras partes del mundo. El mismo llegó a grabar y editar sus obras, demostrando un gran dominio como grabador; pero a la vez esas mismas obras fueron acusadas de falta de precisión y escasa preparación científica, ya que los datos por él utilizados no eran fruto del trabajo de campo, sino más bien una recopilación de las informaciones recogidas de otras fuentes o de los corresponsales que tenía distribuidos por el país. Él mismo citaba en sus mapas todas estas aportaciones recibidas, así como los documentos utilizados. Su mérito, pues, fue saber armonizar esa información con su buena técnica artística y realizar la única obra cartográfico-administrativa de España en ese siglo.
Gran parte de su trabajo quedó resumido en el Atlas Geográfico de España, obra publicada por sus hijos en 1804, dos años después de su muerte.
La biblioteca del Campus Sur de la Universidad Politécnica de Madrid conserva un ejemplar de una de sus obras, el Atlas elemental moderno o Colección de mapas para enseñar a los niños geografía, con una idea de la esfera, publicado en 1792. Contiene esta obra veintisiete mapas, precedidos de un texto dedicado a los principios astronómicos, por considerar el autor que “para tener conocimiento de la geografía es necesario antes tener conocimiento de los movimientos y principales cuerpos celestes”.