Pratica ciuil y criminal y instrucción de escriuanos, 1598
Practica civil y criminal, y instrucción de escrivanos, de Gabriel de Monterroso y Alvarado, se publicó por primera vez 1566 y tuvo sucesivas ediciones en 1571 (de Álcala de Henares y una de las más conocidas), 1579, 1587, 1591, 1598 (la que nos ocupa), 1603 y 1609. El éxito de la obra se debe a su carácter eminentemente “práctico”, y es representativa de una corriente muy difundida durante el siglo XVI dedicada a guiar en la práctica del litigio mediante manuales, diccionarios o formularios, ya que los estudios realizados por los abogados en las universidades se centraban en la enseñanza del Derecho común, más teórica que práctica.
Ese género literario, cuya origen es la obra Speculum aureum et lumen advocatorum in Practica civilis, de Roberto Maranta (Nápoles 1540), rápidamente se extenderá en España y será muy influyente entre los siglos XVI y XVIII. Lo que marca ese nuevo tipo de publicación jurídica es el uso de la lengua vulgar frente al latín, y la ausencia de erudición y amplias citas marginales. La mayoría de los autores de esas obras (Gonzalo Suárez de Paz, Antonio de la Peña, Juan Gutiérrez y Hugo de Celso, por ejemplo) eran abogados, corregidores y escribanos, y por eso conocían por su propia labor tanto la parte teórica como los procedimientos legales necesarios para llevar a cabo juicios, peticiones y demandas. Monterroso y Alvarado fue escribano de la Real Chancillería de Valladolid y por tanto buen conocedor de las prácticas jurídicas comunes. Otro motivo para el gran desarrollo de estas obras es el menor uso de la vía consuetudinaria: tradicionalmente, muchos acuerdos entre mercaderes, campesinos, vendedores y obreros, eran verbales, sellados solo con su palabra. La creciente complejidad de la economía castellana hace necesario recurrir al abogado como experto legal y es el aumento de los juicios, tal y como señala Monterroso y Alvarado en su obra, lo que hace que a “(…) cada día crezcan los pleitos y contiendas entre las gentes; está ya el mundo tan engolfado y metido en ellos que casi ninguna cosa se averigua si no por tela de juicio (…) lo cual ha causado que pleitear se haya convertido en arte para lucro“
La edición de 1571 es parte de la colección donada por Federico de Castro. Figura entre las obras jurídicas insertadas en las listas presentadas a la Inquisición por las bibliotecas y librerías de la Nueva España en el periodo 1585-1694, dando testimonio de la importancia de ese género de publicación en las provincias de ultramar, lo mismo que había sucedido en la Península.