Traité de la construction des ponts, 1874-1888
Este tratado sobre puentes, escrito por Romain de la Morandière, recoge en sus casi mil novecientas páginas de texto y trescientas treinta y dos de láminas todo el acervo profesional que el autor reunió durante sus fecundos años de ingeniero en activo.
La Universidad Politécnica de Madrid conserva –en su sede de la Escuela de Caminos– un ejemplar de esta obra, referencia imprescindible para quienes estén interesados en el estudio de la ingeniería del s. XIX, indudablemente capitaneada por autores franceses, con gran influencia en la ingeniería española del momento y de los años posteriores.
Romain Bricheteau de la Morandière (1809-1875), estudió en la École des Ponts et Chaussées. Fue proyectista, director de obra, ingeniero jefe de líneas férreas, e Inspecteur général de première classe des Ponts et Chaussées. Desde 1864 hasta su muerte fue también profesor de puentes en la Escuela de París, escribiendo entonces su monumental Traité de la construction des ponts et viaducs en pierre, en charpente et en métal pour routes, canaux et chemins de fer, objeto de esta recensión.
La obra comienza con una introducción que incluye una breve reseña histórica de los puentes, la elección del emplazamiento, los aspectos hidráulicos relacionados con la interacción puente-cauce… y otras cuestiones generales, tratadas, como todo el texto, con un lenguaje asequible que denota la honda vocación propedéutica del autor.
El capítulo segundo, dedicado a las cimentaciones, especialmente en cauces, es de gran interés. Va seguido (capítulos tres y cuatro) del tratamiento de los puentes de piedra o ladrillo, material hegemónico hasta comienzos del s. XIX. Su lectura es obligada para los interesados en conocer los criterios de proyecto de este tipo de obras, las de más durabilidad y sostenibilidad que se hayan erigido jamás. Morandière aporta una imponente base de datos de ratios geométricas, detalles constructivos, coeficientes de seguridad, etc. que abruman por la completitud y vigencia. Incluye también el tratamiento de los puentes esviados, prodigio de la estereotomía de la piedra al servicio de la idea del funcionamiento correcto de las bóvedas.
A las cimbras, estructuras prodigiosas especialmente en los grandes viaductos, dedica el capítulo cinco, seguido del sexto dedicado a la resistencia de maderas y materiales metálicos. El séptimo trata sobre los puentes de madera.
Sin decaer en intensidad los capítulos octavo y noveno se refieren a la fundición y a los puentes de chapas (de tramos rectos y arcos). Debe recordarse que, cuando se escribe este libro (1864-1875) se construyen en el mundo grandes viaductos metálicos con retos que implicaban conocer materiales, procesos de cálculo, sistemas constructivos (uniones, aparatos de apoyo, lanzamiento, cajones indios, etc.), que supusieron un ingente esfuerzo de sistematización y estudio, sólo abordable por una mente enciclopédica e infatigable como la de Morandière.
Los capítulos décimo y undécimo muestran, con abundancia de detalles, cómo son los puentes colgantes y los puentes móviles, destinados a conciliar navegación y tráficos viarios.
Sus hijos, también ingenieros, concluyeron la obra que dejó casi completa su padre al fallecer, en cuyo prefacio dedica unas palabras de reconocimiento al bibliotecario de la École des Ponts et Chaussées.