Torres de hierro para los faros del Ebro, 1860
El Plan general para el balizamiento de las costas y puertos de España e islas adyacentes, de 13 de septiembre de 1847, definía el alumbrado marítimo para el Delta del Ebro con tres linternas en su desembocadura. La primera, de mayor importancia y cota en la Isla de Buda, con eclipses de minuto en minuto, y otras dos más pequeñas con luces fijas en la Punta de la Baña y en la Punta del Fangar.
El proyecto de los tres faros, -cuyo manuscrito original se conserva en la biblioteca de la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, de la Universidad Politécnica de Madrid-, fue encomendado a D. Lucio del Valle (1815-1874), uno de los ingenieros españoles más sobresalientes del siglo XIX.
Lucio del Valle recibió este encargo partiendo de tres premisas: la primera, los faros debían ser de armadura de hierro sobre pilotes en rosca; la segunda que en los viajes para los que fue comisionado en este proyecto recabase la máxima información y experiencia de las construcciones existentes en el Reino Unido y Estados Unidos. Como tercera, que solicitase precios a los fabricantes para decidir la alternativa más ventajosa y resolver su licitación.
Estos faros, La Baña con diecinueve metros; El Fangar con ocho, y la Isla de Buda con cincuenta y tres metros de altura, -se convirtió en el más alto del mundo en su género-, fueron adjudicados al ingeniero John H. Porter de Birmingham, siendo construidos en 1864 y entrando en servicio el 1 de noviembre.
Los faros de esqueleto pilotado en rosca tipo Mitchell existían ya en las costas de Inglaterra y América del Norte. Los centinelas del Ebro estaban en terreno fangoso, móvil, con variaciones del cauce fluvial y amenaza de vientos y olas por lo que este sistema de fijación permitía que pudieran desmontarse y trasladarse a otras zonas más estables.
El faro de Buda, orgullo de la ingeniería española del siglo XIX, fue dañado durante la Guerra Civil. Ametrallado e intentado su voladura, continuó erguido sobre tres de sus nueve patas por la buena fijación de las roscas para sostenerlo en suelo blando. Tras su reparación, una vez finalizada la contienda, cayó abatido por los temporales de diciembre de 1959 y la tormenta de la Nochebuena de 1961.
El guardián del arenal del Fangar se quemó durante el conflicto entre hermanos y ya no tenía personal de servicio asignado desde el 15 Abril 1929.
El vigía de la Baña se situaba en el inicio de la península de Los Alfaques, sur del Delta. Con la flecha del Trabucador formaba una barrera natural originando el puerto refugio de Los Alfaques. Fue trasladado primero y reconstruido después en la Autoridad Portuaria de Tarragona, a iniciativa de Joaquín Juan Dalac, en cuyo interior se puede visitar el Museo del Faro.
Estos diseños son joyas para el estudio, reflexión e introspección interior del “arte de construir”; de la relación del ser humano con su entorno, de las etapas evolutivas de sumisión, adaptación, conquista y respeto en contacto con la naturaleza; en una costa, territorio en disputa, calma frente a temporal, tierra frente a mar, refugio frente a desasosiego.